Adoración al Santísimo Sacramento

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En el cielo, todos, las almas bienaventuradas de los santos y los santos ángeles, adoran a Dios. Cada vez que adoramos nos unimos a ellos y llevamos nuestro pequeño cielo a la tierra. Jesús sabe que nosotros necesitamos estar delante de alguien para entablar amistad. Cuando decimos que vamos a visitar el Santísimo, expresamos que vamos a ver a una persona, a compartir nuestro tiempo con alguien especial. Es bajo esta mirada cercana y amorosa con la que somos invitados a unirnos al Señor, quien quiere no sólo vernos de rodillas delante de Él, sino que mientras estemos aquí, quiere transformar nuestro corazón.

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«Yo sé que tú lo puedes aunque ningún proyecto es irrealizable para ti. Sí, yo hablaba sin entender de maravillas que me sobrepasan y que ignoro. Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos» (Job 42, 2-3; 5).